jueves, 18 de agosto de 2011

F. C. Barcelona: manual de instrucciones


Capítulo I: De cómo la suerte y las malas artes deciden un partido

No se puede hacer más contra la suerte y el teatro. No, no voy a llorar. No estoy rabioso, escribir la crónica el día siguiente al partido evita que quede un artículo basado en un "calentón". Pero la verdad es que ayer el Barça volvió a tener mucha suerte y volvió a hacerse digno de la Royal Shakespeare Company.

La suerte volvió a tenerla en momentos capitales. El 2-1 y el 3-2 llegan al filo de la conclusión de ambas partes del partido, el 2-1 en el 44' y el 3-2 en el 88'. El segundo, además, con Carvalho en el campo con un esguince de tobillo. Al Madrid le crecieron los enanos. Y nunca mejor dicho, porque ninguno de esos dos tantos de Messi hicieron justicia a lo visto en el campo. Si en la ida lo justo fue una goleada blanca, ayer lo fue un empate, como bien dijo Casillas.

Sobre las malas artes hay más que decir. Si decíamos en la crónica de ida de que los jugadores culés están enseñados a tirarse al mínimo contacto, ayer dieron su mejor versión interpretativa. Señores, el asunto es el siguiente: el Real Madrid tiene un estilo de juego agresivo, que trata de recuperar el balón lo antes posible para diseñar unas contras muy rápidas que sorprendan al rival. Por tanto, se basa en el robo rápido de la bola. Sin embargo, si a cada mínimo contacto al perder el esférico te tiras al suelo bajo el auspicio del árbitro que te pita la falta ipso facto, estás arrebatando a tu rival, el Real Madrid, su mejor arma.

Para ser sinceros, el árbitro influyó menos que en la ida, pero cuando pequeñas decisiones injustas en contra se van acumulando, la moral del equipo se va minando, como es lógico. Es, digamos, una sibilina y sucia guerra de guerrillas, llena de argucias y trampas. Sólo hay que ver las pérdidas de tiempo a la italiana (aunque esto lo hemos hecho todos en su momento) y, sobre todo, el asunto de los recogepelotas, digno de equipo pequeño, como bien señaló Mourinho. Guardiola se hizo el loco en su rueda de prensa, que más bien fue un homenaje vasallático de la prensa afín. Pero de esto hablaremos en el capítulo tercero del manual.


Capítulo II:  De cómo ganar un título haciendo lo mínimo

No existe la justicia. Todos los aficionados al fútbol sabemos perfectamente que, por méritos deportivos, hubiera sido el Real Madrid el merecido vencedor de esta Supercopa. Más ocasiones, más peligro, más jugadas de ataque, más dominio, mejor juego... pero menos suerte.

Bien es cierto que a los nuestros les pudo, en muchos momentos, el ansia de vencer al Barcelona. En ocasiones parecíamos juveniles entrando al trapo en sus provocaciones (recordad, las tánganas sólo benefician al que va ganando), aunque no es menos cierto que ver una y otra vez cómo el rival engaña al árbitro con argucias, cómo se lleva todos los rebotes, cómo te marca en los momentos claves, ver cómo haces todo lo posible y aún así se llevan el partido tiene que influir bastante en los futbolistas. De ahí la despesperación.

El Barça ha hecho lo lo fácil para ganar el título: apoyarse en la suerte y en la trampa (y en Messi, para qué obviarlo). Porque fútbol ha tenido más bien poco, una vez más Mourinho ha ganado la partida a Guardiola en lo táctico y ha quitado la posesión del balón al equipo que mejor lo trata. Una auténtica hazaña, impensable hasta hace poco. Tienen miedo, porque lo saben. Por eso recurren a lo que recurren. Pero les queda poco. Su reinado tendrá su fin este año. El Real volverá al sitio que le corresponde con trabajo, casta y unidad. Sí, unidad, porque el madridismo, ante la nueva ola de antimadridismo que se nos viene, necesita estar unido. Y lo estará.



Capítulo III: De cómo conseguir que los malos sean los buenos y los buenos los malos

Hace tiempo definí al entorno culé, con el falso modesto Guardiola a la cabeza, como la "Camarilla de los discípulos de Goebbels". Y cada día siento que tengo más razón. Adoptan las mismas técnicas de manipulación de masas que el ministro de propaganda nazi. "Una mentira repetida un millón de veces acaba convirtiéndose en una verdad aceptada generalmente". Y las mentiras que estos han estado vendiéndonos desde que Guardiola llegó a su club son: 

1) Somos los más humildes. 2 ) Nunca hacemos nada reprochable o que se salga de lo políticamente correcto. 3) Llevamos el "seny" allá donde vamos. 4) Somos los que mejor jugamos al fútbol y nuestro modo de juego es que debería adoptar y seguir todo el mundo, el único válido.

En fin, no quiero extenderme en estas generalidades, ya que hay vídeos por ahí que explican y rebaten todo este asunto propagándistico. Pero lo cierto es que el fruto de toda esa campaña de intoxicación mediática lo estamos recogiendo ahora mismo. Por mucho que hagan, los malos siempre serán los otros. Un jugador de un equipo hace una entrada fea a uno de los suyos: es un asesino y no debería jugar al fútbol. Uno de sus inocentes muchachos comete la misma entrada: es que ha llegado tarde, no iba con intención. Ejemplos como estos los tenemos a miles. Vayamos con los de ayer.

Hecho nº 1. Minuto 3 de partido. Villa comete falta sobre Pepe y, al caer, le deja la plancha en la cara. ¿Resultado? Ninguno, Pepe se levanta estóicamente y guarda su enfado. Si hubiera sido al revés a Villa lo sacan en camilla y a Pepe le muestran la roja mientras Villa vuelve al campo sin un rasguño.

Hecho nº 2. Khedira se desliza en el círculo central, Busquets salta y el alemán le roza con su brazo. Busquets va al suelo tocándose la pierna (para variar). ¿Resultado? Amarilla para el alemán en una opción que ni es falta y en el post partido los culés rebuznando que Sami es un asesino.

Hecho nº 3. Siguiente jugada, Iniesta le hace una entrada a Di María en la banda que es más bien naranja. ¿Resultado? Ni tan siquiera tarjeta amarilla. Claro, es Don Andrés, ¿cómo va a querer este chaval vende-helados hacer daño a nadie?

Hecho nº 4. Messi. Todo el partido desplazando el balón tras las faltas. Después, una entrada bastante fea a Marcelo. Incluso se permite la licencia de meter otro balón al campo cuando ya se estaba jugando, o de amagar un balonazo a Mourinho tras un lance. ¿Resultado? Messi acaba sin tarjeta el partido. Es el Dios del Fútbol, ¿cómo va a merecer eso?

Mención a parte merece Alves, el mayor teatrero de la historia del fútbol. Todo el partido por el suelo al mínimo contacto, engañando al árbitro, encarándose con todos, protestando todo... Y sin tarjeta. Otro más.

 Y así los que queráis. Ellos nunca hacen nada, su humildad se lo impide. Son buenos chicos, sin malicia. Los del Madrid, en cambio, son una banda de asesinos que buscan siempre hacer el mayor daño posible. Curioso que aún no hayan lesionado a ningún jugador culé. ¿Milagro?

Vayamos ahora con el asunto estrella. La tángana.

Hechos objetivos: Marcelo hace una entrada a Cesc tan fea como innecesaria, producto de la impotencia acumulada. El brasileño, consciente de su error, se dirige al túnel de vestuarios. Guardiola salta como un exaltado de su banquillo y, con él, todos sus secuaces sedientos de confrontación. Se quieren comer a Marcelo, por lo que los componentes del equipo blanco se interponen. En estas, Villa insulta y propina un puñetazo al alemán Mesut Özil. Higuaín sale a su paso y, como no podría ser de otra forma, el Vengador Pinto aparece por la escena arreando empujones y lanzando guantadas. En medio de todo esto, al fondo, José Mourinho en un gesto desdeñoso hacia Tito Vilanova, se acerca a él y le coge de la oreja como el que dice "quita ya de ahí". El segundo del Barça, al revolverse, acaba con el dedo de Mourinho en ojo y sale a su encuentro. Le persigue y le da una bofetada en el cuello. Mourinho le mira desafiante. La tángana se acaba mientras se llevan a Özil y Casillas discute con Xavi. (Decir que como madridista considero innecesario la acción de Mourinho, está fuera de lugar y Florentino debería hacérselo saber. Pero también hay que valorar el contexto y lo caldeado que estaban los ánimos).

Resultado: Sólo se habla del tema Mourinho. Sólo se ve su acción, que acapara todas las miradas. Esta torpeza del portugués va a dejar en segundo plano el asunto de Villa y que fue Guardiola el que provocó la tángana con su reacción. Un resultado fenomenal para ser explotado por la Camarilla de los discípulos de Goebbels. Una victoria que ya ha empezado a aprovechar el entorno culé.

Para los medios de comunicación, la premisa hasta fin de temporada va a ser que el Madrid juega sucio y que Mourinho no merece ser entrenador del Madrid por fomentar la violencia (por cierto, los medios de Madrid confirman su tremendo oportunismo, ningún madridista debería comprar jamás las bazofias de AS o MARCA, han vuelto a demostrar que le hacen mucho mal al Club; por su parte, los culés adoran a Pep como a un profeta y le defienden ante todo y todos, es la triste diferencia). Obviamente, no hablarán de las incendiarias declaraciones de Xavi, el humilde, o de Piqué, el de la manita. Y si hablan de ellas, será para suscribirlas palabra por palabra. Me da asco todo esto.

Señores, se está criminalizando al Real Madrid Club de Fútbol. Debemos pararlo. Necesitamos más unidad que nunca.


Anexo: Pero somos el Real Madrid

No olvidemos que este título es poco importante, que es el primero de la temporada, que es un test veraniego y que además lo hemos merecido ganar jugando un grandísimo fútbol. Y mejoraremos. Ellos piensan que lo tienen todo ganado, pero ha sido más bien una victoria Pírrica, puesto que la impresión que tengo es que al Madrid no le ha venido tan mal todo esto. El eterno rival sabe que estamos aquí y que, ahora sí, les jugamos de tú a tú y podemos ganarles jugando mejor que ellos, incluso quitándoles su preciada posesión para tratar el balón de una forma menos aburrida que su equipo. Sólo la suerte ha impedido una diferencia global de dos o tres goles a favor del Madrid en esta Supercopa. Algo hasta ahora impensable, caballeros.

La pena ha sido el final, sobre todo lo torpe que ha estado Mourinho, en un gesto que va a provocar que tengamos que seguir tragando carros y carretas al mismo tiempo que nos bombardean con los dictados políticamente correctos del Filósofo.

Pero somos el Real Madrid, el Club más grande de todos los tiempos, y los ecos de nuestras antiguas glorias penetrarán en nuestros oídos para empujarnos hacia la victoria más fuerte que nunca. Unidos, haremos frente a todos los que pretendan con falacias dividirnos y hundirnos. Todos con los jugadores, todos con Mourinho, todos con el Real Madrid.


A. M. RODRÍGUEZ
¡HALA MADRID!

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